Según los estudios relacionados al respecto, las barbas hacen que cualquier rostro sea más interesante. Eso sí, siempre que estén bien cuidadas. Porque una barba y/o un bigote bien arreglados tienen el poder de transmitir por sí solos esa imagen impecable del gentleman moderno que respeta la tradición sin ser esclavo de ella y que sabe que su aspecto físico es una calle de doble dirección.

Por un lado, le hace sentirse y verse mejor, mejorando su autoestima. Por otro, envía un mensaje al exterior de querer gustar, pero sin caer en una vanidad excesiva. En definitiva, es el punto justo de coquetería masculina. Para conseguirlo, te proponemos un ritual de tres pasos que abarca todas las necesidades de las barbas más exigentes.
El estilo es lo primordial
Para que el look funcione es fundamental no perder nunca el corte. Para ello, es importante saber que el vello facial, al igual que el cabello, crece aproximadamente 1,25 centímetros al mes. Pero lo que en la cabeza puede pasar casi desapercibido, en el rostro se hace visible enseguida, lo que nos obliga a un retoque mensual.
Para barbas pobladas de longitud media o larga, utiliza un peine y unas tijeras rectas que te permitirán recortar esos pelillos que han crecido más de la cuenta y que estropean la simetría del conjunto o molestan intentando alcanzar la superficie de los labios. Para cambios más drásticos, la mejor opción es una recortadora facial con diferentes alturas de corte. De esta manera, podrás definir y perfilar con precisión los contornos y conseguirás un estilo limpio y pulcro. Y recuerda: realiza siempre el corte en seco.

No hay que dejar cabida para la suciedad
El vello facial aporta prestancia, elegancia y distinción, pero también es un filtro en el que se quedan atrapados el polvo, la polución, el humo del tabaco y demás impurezas que flotan en el ambiente, convirtiendo nuestra otrora mullida y esponjosa barba en una suerte de estropajo rígido y sin brillo. Además, los restos de comida, los malos olores, el sudor, el exceso de grasa o la descamación de la piel sobre la que crece, que se transforma en antiestéticos copos de caspa, son enemigos íntimos de la buena salud barberil.
Acaba con todos ellos usando un shampoo específico para vello facial dos o tres veces por semana, según la longitud y frondosidad. Están disponibles en formato líquido y sólido y se aplican sobre el vello facial mojado con un ligero masaje hasta que haga espuma. Después de un par de minutos, aclara con agua tibia, retira el exceso de humedad con una toalla y, antes de que se seque del todo, dale la forma deseada con un peine o un cepillo especiales para barba.

Rutina básica para el cuidado
Aceites, peinados, acondicionadores, en el mercado existe un completo arsenal cosmético para embellecer el vello facial. A la hora de elegir qué producto utilizar, hay que tener en cuenta tres requisitos principales: que hidrate y nutra tanto la barba como el cutis; que proporcione suavidad y brillo y que aporte una fragancia que nos resulte agradable ya que nos va a acompañar buena parte de la jornada. Eso sí, como norma general, todos se aplican de la misma manera: trabaja el producto en las palmas de las manos y extiéndelo haciendo movimientos circulares con las yemas de los dedos hasta tocar la superficie cutánea.
